viernes, 22 de julio de 2011

Autonomía, criollismo e independencia


Miguel Ángel Aguilar

En México hay mitos pilares de nuestra identidad, como el culto Guadalupano, más criollo que indígena, tuvo impacto en la construcción del nacionalismo. Desde la Colonia, la veneración a la virgen fue rasgo distintivo entre el español americano y el europeo. En 1810, la guadalupana era símbolo del criollismo, que en la búsqueda de autonomía, abanderó el movimiento de Hidalgo y a la élite que apoyó a los insurgentes.

El caso mexicano es excepción en las independencias regionales, pues a diferencia de caudillos como Bolívar, que sustentaron la Independencia con principios ilustrados de la Revolución Francesa, en México se basó en la ideología criolla, que llamaba a la unidad religiosa de la Nueva España en torno a la virgen, protectora del reino, haciendo de la Independencia una guerra contra el “mal gobierno apóstata de los españoles” que representaba a Napoleón, y a favor de la religión y el Rey de España.

Los ideólogos de la Independencia como Teresa de Mier, Bustamante la sustentaron en la Historia, creando una continuidad de lo que se llama México; para ellos esta entidad existía desde la época prehispánica y la Independencia era necesaria para “liberarnos de la opresión”. Ellos equipararon a Hidalgo y Morelos con Moctezuma y Cuauhtémoc, convirtiéndolos en libertadores; proceso ideológico resultado de la tradición criolla del nacionalismo mexicano, puesto que, desde la época barroca en siglo XVII, Carlos de Sigüenza y Góngora ya exaltaba el pasado indígena, y para a mediados del XVIII, en la Ilustración novohispana, el criollo apropió dicho pasado, convirtiéndolo en símbolo de la génesis de la nación.

El Grito de Dolores, mito fundacional del Estado, “no empieza ni termina nada”. Las conspiraciones de Querétaro tuvieron como antecedente los movimientos autónomos de 1808, encabezados por el Ayuntamiento de la Ciudad de México y es ahí donde surgirá la independencia, debido a que la revolución de Hidalgo y Morelos se derrumbó.

A pesar de la leyenda que desprestigia la culminación de la Independencia, en 1821 la élite alcanzó la autonomía en una alianza con el ejército realista. Constituido en su mayoría por criollos, este ejército negoció con la cúpula novohispana para obtener autogobierno sin romper con España; el resultado fue el Plan de Iguala de 1821. Pero España se negó, y esto desembocó en la emancipación y consolidación del Imperio Mexicano.

La consumación de la Independencia fue un movimiento conservador pero no antirrevolucionario; buscaba la autonomía, la unión entre españoles americanos y europeos y la defensa de la religión (tres garantías), mas no la supresión de la Constitución de Cádiz. Dichos intereses estaban en el Plan de Iguala, que a diferencia de la Cortes españolas, concedía la ciudadanía a todos sus habitantes, sin importar su procedencia. Entonces surgió el Estado mexicano, nación que ya existía antes del Grito de Dolores y que después de 200 años no se reconcilia con su pasado hispánico. 

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