lunes, 27 de julio de 2015

Subte lleno

por Juan Romagnioli
                (Argentina)

La mujer embarazada sube al vagón del subterráneo y se arrima al pasillo. Para estupor de los presentes (hay gente que viaja parada), un joven de traje se levanta de su asiento y la invita a sentarse. Los hechos se desencadenan caprichosamente.
    Un señor con maletín mira extrañado al joven de traje. A su vez, el guarda mira al señor con maletín, notando su asombro. Un cuarto caballero, canoso ya, mira al guarda. Al cuarto lo mira un quinto (más joven éste, con una trenza en la cabellera), mientras un sexto es mirado por un séptimo, al que observa una octava persona, y así sucesivamente hasta que el último pasajero del vagón mira extrañado al primero, y un circuito insólito parece cerrarse. La situación dura apenas un instante. Y también en un instante la hora), uno de los presentes altera la secuencia al girar la vista hacia la mujer embarazada. Entonces ocurre el descalabro. Desordenadamente, los pasajeros van quitando la vista de la persona correspondiente. La situación se vuelve caótica.
    En el futuro del neonato ha quedado sellada una clara tendencia al crimen o a la esquizofrenia o a la gula o a la filatelia. 



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