por Horst Kurnitzky
La comprensión de una cultura extraña impone la investigación y el estudio de su lógica en todos sus momentos y dimensiones: lengua, mitología, cosmogonía y religión. Lo más importante para ello es liberarnos de prejuicios y poner a debate nuestra propia cultura; adoptar una posición crítica frente a las fuentes y movilizar nuestra fantasía científica para imaginar cómo esas culturas, extrañas para nosotros, se concibieron a sí mismas.
La comprensión de una cultura extraña impone la investigación y el estudio de su lógica en todos sus momentos y dimensiones: lengua, mitología, cosmogonía y religión. Lo más importante para ello es liberarnos de prejuicios y poner a debate nuestra propia cultura; adoptar una posición crítica frente a las fuentes y movilizar nuestra fantasía científica para imaginar cómo esas culturas, extrañas para nosotros, se concibieron a sí mismas.
La gran falla de los
evangelizadores llegados a América hace 500 años se encuentra en la
incomprensión de las civilizaciones y las lenguas indígenas. Sus testimonios fueron
escritos con la finalidad de convertir a los indios al cristianismo, no para
comprender la lógica de las culturas subyugadas. Por ello, partes extensas de
sus crónicas son inutilizables como fuentes primarias.
Recientes
estudios sostienen que las relaciones entre los géneros en las comunidades
prehispánicas fueron de orden matrilineal: el linaje se heredaba a través de la
madre; los hermanos y hermanas de la madre y sus hijos formaban parte del clan
y vivían juntos en la casa comunal; la madre era identificada con la tierra
proveedora. El tío materno era la figura de la autoridad masculina y tenía
derecho de gobernar. Así, cuando Cortés secuestró a Moctezuma, fue sustituido
por su hermano Cuitláhuac y éste por su sobrino Cuauhtémoc. El hecho confundió
a los españoles y creó una incomprensión debida a sus miedos y prejuicios. Así,
se evidenció una incapacidad por parte de los cronistas de la colonia
(reproducida entre los antropólogos e historiadores actuales) para entender la
lógica de vida de una sociedad matrilineal.
Tras fuertes
conflictos históricos, sin embargo, dominó la sociedad patrilineal. Los mitos narran
la ruptura. No se les puede tomar como historias reales, sino como relatos
sobre una realidad multidimensional. Una historia y antropología serias
tendrían en esos mitos sus fuentes de investigación, pues los cronistas, al no
comprenderlos o por imponer la nueva fe, los distorsionaron al borrar episodios
sangrientos y carnales (como el sacrificio, el culto fálico y la poligamia),
todos ellos con alta significación reproductiva y sexual.
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